Capítulo anterior: La Universidad Lirio de Sangre y el Reformatorio Redención
"-Todas nuestras celdas lo son. Quiero decir, nuestras habitaciones –aseguró orgullosa y perversa-. No me suena su cara –añadió refiriéndose a la adolescente-. ¿Qué ha hecho?
-No todos los monstruos salen por televisión –respondió sosteniendo
con facilidad a la chica de pelo revuelto-. Puede llegar a resultar insoportable
e inducir pensamientos suicidas y homicidas, espero que sus empleados estén
preparados para su presencia –añadió con una sonrisilla que no dejaba claro si
estaba bromeando.
-Lo están, aquí nos hacemos cargo de los peores elementos de
la sociedad.
-Nunca como éste. ¿Se harán cargo a pesar de ello? –la miró
fijamente con unos ojos azules desgastados por los años.
-Por supuesto –aceptó el reto con orgullo-, ¿señora…?
-Silversmith –terminó, dejando que dos profesoras de la F se
encargaran de transportar a la nueva adquisición en una camilla con correas,
por si acaso.
-Venga con nosotros, por favor, señora Silversmith –pidió la
Directora, haciendo un gesto para que se llevaran a la adolescente a la torre
de los internos-. ¿Qué es lo que quiere que hagamos con ella? Supongo que enderezarla
–dijo aviesa.
-Oh, no tengo esperanza de que la puedan enderezar –respondió
con frío desdén-, pero como es ilegal que la tenga encerrada en un sótano
aislado… -cruzó una mirada con la Directora, que asintió cómplice-. Que
permaneciera toda la eternidad aquí estaría bien.
-Estoy de acuerdo en que la mayoría de la escoria, digo,
jóvenes que tenemos aquí son casos perdidos que no deberían regresar a la
sociedad. Pero se supone que nuestro trabajo consiste en enderezarlos y
devolverlos rehabilitados –respondió con patente falsedad.
-En ese caso, me conformaré con esperar a que sea mayor de
edad, luego ya la mandaré a la cárcel.
-¡Hervé, ¿lo estás apuntando todo?! –exigió saber
autoritaria.
-Sí, Directora –respondió un joven profesor de la A, libreta
en mano.
-¿Y nos recomienda alguna precaución? –continuó la jefa del
reformatorio.
-Que, en la medida de lo posible, no escuchen sus locuras –respondió
Silversmith con gravedad.
-No hacemos caso a las tonterías de los chavales.
-Me refería a taponarse los oídos, grita mucho.
-Oh, bueno… -tardó un par de segundos en escoger las
palabras adecuadas-. Nos gusta dejar
que se expresen todo lo alto que quieran –contestó con sadismo."
Siguiente capítulo: Reformatorio Redención II
Siento que sus palabras apuñalan entre ellas.
ResponderEliminarme pregunto como evolucionará esto >v<
Estas señoras son de las que quedan a tomar cafés y se dedican muchas sonrisas, pero luego se pegan unas puñaladas traperas de aúpa XD
EliminarPues evolucionará... no sé, a saber.
Nueva alumna para corregir. jurjurjur...
ResponderEliminarYa quiero conocer a los demás "jovencitos". :D
No sé, no sé, si la señora misteriosa dice que es incorregible, por algo será.
EliminarA ver cuándo salen los jovenzuelos de la F, tendré que describirlos un poco.